A pesar de la controversia, el mal uso e incluso la sobreexplotación del término empoderamiento, sigue siendo el concepto idóneo para identificar el proceso que permite a las mujeres tomar control de sus vidas, acceder a recursos y hacer valer sus derechos en el entorno promoviendo así la equidad y la justicia social.
El European Institute of Gender Equality, identifica cinco componentes que conforman el empoderamiento en las mujeres : su sentido de autoestima; su derecho a tener y determinar opciones; su derecho a tener acceso a oportunidades y recursos; su derecho a tener poder para controlar sus propias vidas, tanto dentro como fuera del hogar; y su capacidad de influir en la dirección del cambio social para crear un orden social y económico más justo, a nivel nacional e internacional.
Una mujer empoderada por tanto es aquella que posee un fuerte sentido de autoestima, independencia y confianza en sí misma. Estas cualidades le permiten enfrentar desafíos, tomar decisiones firmes y luchar por sus objetivos con determinación sin caer en la sumisión de los mandatos de género.
Son mujeres que se lideran a sí mismas mostrando una fortaleza única, enfrentando sus dudas y desafíos internos con valentía. Aunque no necesariamente han de ocupar roles de liderazgo, su capacidad para tomar decisiones conscientes, establecer metas personales y mantenerse fieles a sus valores es una forma poderosa de empoderamiento y de impactar en el entorno.
Son un ejemplo de que la esencia del liderazgo comienza desde adentro, por decisión propia, cultivando la confianza y la autodisciplina mientras navegan por las complejidades de la vida diaria.
El proceso de empoderamiento femenino se distingue por cualidades que se pueden desarrollar con el tiempo, como la resiliencia, que nos permite levantarnos tras las caídas; la autodeterminación, que nos impulsa a seguir adelante a pesar de los obstáculos; y la empatía, que nos ayuda a comprendernos a nosotras mismas y conectar con los demás.
Una mujer empoderada no solo transforma su propia vida, sino que también impacta positivamente en su entorno, creando valor e inspirando a generar cambio y prosperidad en la sociedad en su conjunto.
¿Cuáles son las características de una mujer buena?
Cada persona es única, con sus valores y visión del mundo. Lo que sí es cierto, es que existen ciertas cualidades universales que destacan y nada tienen que ver con el perfeccionismo y mucho menos con la sumisión de encajar en los moldes sociales. No se trata de ser «una niña buena» , sino de cultivar las cualidades que nos mejoran como mujer.
Las 8 cualidades que según la psicología,forman a una mujer buena son:
1- Inteligencia Emocional. La inteligencia emocional implica ser consciente de las propias emociones y de las de los demás, utilizando esta comprensión para guiar las acciones y decisiones. Esto se traduce en empatía, autoconciencia y una gestión efectiva de las emociones en diferentes situaciones. Una mujer con gran inteligencia emocional enfrenta las complejidades de la vida con gracia y sabiduría, siendo auténtica y compasiva al mismo tiempo.
2- Resiliencia. La resiliencia es la capacidad de recuperarse de la adversidad y enfrentar las dificultades con valentía. No se trata de evitar el dolor, sino de afrontarlo y salir fortalecido. Según la psicología, una mujer verdaderamente buena demuestra esta cualidad al no rehúir los desafíos, sino al prosperar a través de ellos.
3- Autenticidad.La autenticidad implica ser real, honesta y aceptar quién eres con tus imperfecciones, sin pretender ser alguien diferente. Investigaciones han demostrado que ser auténtica está asociado con mayores niveles de autoestima y felicidad. Una mujer auténtica se siente cómoda en su individualidad, valora la honestidad, es leal a sí misma y no siente la necesidad de fingir.
4- Compasión. La compasión va más allá de la amabilidad; implica una empatía profunda y un deseo sincero de aliviar el sufrimiento ajeno. Una mujer compasiva, no solo empatiza con las dificultades de los demás, sino que se esfuerza por mejorar sus situaciones, buscando siempre generar un impacto positivo en el mundo que la rodea.
5- Coraje. El coraje implica enfrentar el miedo y seguir adelante a pesar de él. Una mujer valiente defiende sus creencias, arriesgándose por lo que ama y persiguiendo sus sueños sin dejarse paralizar por el temor al fracaso. Además, no teme mostrar su vulnerabilidad, reafirmando su fuerza al hacerlo. Elige el coraje una y otra vez, convirtiendo su vida en un testimonio de valentía y perseverancia.
6-Humildad.La humildad implica reconocer que no se tienen todas las respuestas y que cada persona, independientemente de todo, aporta valor. Una mujer verdaderamente buena aprecia las opiniones ajenas, acepta sus errores y se esfuerza por aprender y desarrollarse. Se mantiene equilibrada ante el éxito y el fracaso, permaneciendo firme ante los desafíos de la vida.
7-Paciencia.La paciencia implica tolerar los retrasos sin frustración y mantener la calma cuando las cosas no van según lo planeado. Una mujer paciente espera con tranquilidad, sabiendo que la vida no es una carrera y disfrutando cada instante. Además, ve los obstáculos como oportunidades para aprender y crecer en lugar de sentirse frustrada. La paciencia implica tolerar los retrasos sin frustración y mantener la calma cuando las cosas no van según lo planeado.
8-Amor Propio. Una mujer verdaderamente buena se valora y se ama a sí misma, respetando su propio valor sin caer en el narcisismo. El amor propio implica cuidar de su salud física, emocional y mental, estableciendo límites para no permitir que otros se aprovechen de ella. Además, se dedica tiempo para recargar energías, seguir sus pasiones y buscar aquello que le brinda felicidad.
Al final lo importante es cómo vivimos y el impacto que generamos en los demás. Es mantener viva la capacidad de elegir quiénes queremos ser, lo que representa la esencia de una mujer verdaderamente buena.
¿Cómo influye el impacto de género en el desarrollo de las cualidades de una «mujer buena»?
La cultura patriarcal y los mandatos de género imponen una serie de expectativas rígidas sobre cómo debe comportarse una mujer. Estas normas a menudo limitan su desarrollo personal, emocional jugando en contra de su crecimiento , exigiendo que sea sumisa, amable y complaciente. Al enfrentarse a estas imposiciones, muchas mujeres experimentan una división interna:
Por un lado, desean ser auténticas y desarrollar sus cualidades únicas, y por otro, sienten la presión de ajustarse a las expectativas sociales.
Este conflicto interno puede debilitar su autoestima y llevarlas a dudar de sus capacidades. Muchas veces, se ven atrapadas en roles que les impiden explorar su potencial al máximo. La búsqueda de la aprobación externa se convierte en una trampa, cayendo en comportamientos estereotipados como el Síndrome de la Impostora que les roba la energía y la confianza necesarias para crecer.
Cómo superar estas limitaciones
Para superar estas limitaciones, es vital que las mujeres aprendan a romper con los mandatos sociales.
Una forma de hacerlo es a través de la auto-reflexión y el empoderamiento personal. Reconocer y abrazar su autenticidad les permitirá establecer sus propias definiciones de éxito y felicidad. También es esencial buscar apoyos en redes de mujeres que compartan experiencias similares, fomentando así una solidaridad que fortalezca su desarrollo.
La educación y la conciencia crítica son herramientas poderosas para desafiar las normas patriarcales. Al cuestionar las creencias limitantes, las mujeres pueden comenzar a visualizar un futuro donde sus cualidades florezcan sin inhibiciones. Su valentía para enfrentar estos desafíos no solo les beneficiará a ellas, sino que también contribuirá a inspirar y ser un referente que beneficiará a las generaciones futuras.
Tampoco se trata de cargar toda la responsabilidad en el cambio individual, aunque la actitud y comportamiento personal es el único espacio real donde tenemos verdadero control, la cultura y estructuras sociales también han de asumir su responsabilidad en eliminar un modelo que constriñe a las personas por razón de género.
Aunque el camino sea desafiante, la resiliencia y la determinación les permitirán salir adelante para poner en valor su autentica identidad libre de estereotipos.