Participar en el taller de Silvia Adriasola, cambió mi vida.

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Nací en la ciudad de Guatemala en 1975 en una familia unida, cariñosa y privilegiada. Soy la mayor de dos hermanas y aunque nunca nos hizo falta nada durante la niñez y adolescencia, fuimos educadas de una forma tradicional: cursar el colegio, estudiar en la Universidad, casarse, formar una familia, trabajar y apoyar al esposo….

Eso fue lo que hice: curse el colegio, estudié en la Universidad, me casé con un danés y me fui a vivir a Dinamarca, tuve dos hijos maravillosos y empecé a trabajar en las Naciones Unidas. Todo parecía el plan perfecto, hasta que empecé a darme cuenta que me sentía triste, que guardaba una fachada con todos, y que en mi interior me sentía vacía y con cargo de conciencia por sentirme ser infeliz, cuando tenía todas las razones para ser feliz. Llegué a llorar todos los días en la ducha, y mi perro fue el único que sabía cómo realmente me sentía.

El punto crítico llegó en el 2014, cuando le dije a mi marido que necesitaba una pausa de todo y que quería mudarme de regreso a Guatemala después de vivir 15 años en Dinamarca. Tenía miedo de poner en riesgo a mi familia, so pena que mi esposo se negara y me pidiera el divorcio, tenía miedo de dejar mi trabajo, fuente de ingreso e independencia económica, y tenía miedo de defraudar a mis hijos. Tampoco contaba con el apoyo de mi madre quien me catalogó cómo una “mala madre” por atreverme a pensar en mi antes que en mis hijos… pero mi instinto de supervivencia fue mas fuerte. Me tomé un año sabático y viajé a Guatemala por 3 meses para reflexionar sobre mi vida y tomar un nuevo rumbo.

Fue en esa estadía que asistí el taller de Silvia “Empoderando en Femenino”, que transformó mi vida. Empecé a entender que la mayoría de las decisiones que había tomado en mi vida, lo había hecho para complacer a mis padres, a mi marido, a mis hijos y que no me había permitido pensar en mi misma so pena de autojuzgarme cómo hija malagradecida, mala esposa por no estar contenta en Dinamarca, mala mamá, por pensar un poquito en mi misma, etc… El taller de “Empoderando en Femenino” me hizo caer en cuenta que nadie va a velar por mi felicidad si yo misma no puedo formular que es lo que realmente quiero en la vida, y que no es la responsabilidad de otros hacernos felices, sino que es solo nuestra. A partir de ese taller perdí el miedo al fracaso y me despedí de la culpa y los “cargos de conciencia”.

Cuando regresé a Dinamarca, estaba mucho más serena y decidida a tomar la responsabilidad de mis acciones y a formular los cambios que quería hacer en mi vida…. El proceso no fue fácil, pero 3 años después, viendo hacia atrás no puedo creer que logré en mi vida, todos los cambios que alguna vez pensé que eran imposibles: Regresamos a vivir a Guatemala, mi esposo en vez de dejarme, luchó por el matrimonio y me tiene mucho más respeto, y nuestra relación es mucho más sólida al día de hoy. El dejó un trabajo prestigioso y exitoso pero muy demandante en Dinamarca y encontró uno en Guatemala en donde se ha reinventado y es feliz: si bien las cosas no se mueven al mismo ritmo que en Escandinavia, el caos y el tráfico desconciertan a cualquiera, se siente muy apreciado por sus colegas y jefes y tiene más tiempo para la familia. Yo dejé un trabajo seguro para empezar a ayudar a mi papa en su finca de café, y aunque los ingresos son mucho menores, el trabajo es mucho más gratificante para mí, y me hace feliz. Mis hijos estaban menos entusiasmados con el cambio, pero una vez aquí, se adaptaron mucho más rápido de lo que hubieran creído, tienen muchos amigos y sienten el “apapuche” de la familia latina… La relación con mi madre mejoró muchísimo desde que pudimos hablar de los daños que nos hicimos en el pasado y aprendimos a ver hacia adelante, diciendo adiós a los resentimientos y a las tensiones guardadas por años.

Gracias Silvia por cruzarte en mi vida cuando más lo necesitaba y por darme las herramientas para creer en mi misma, perder el miedo a salir de mi zona de confort, y empujarme a hacer los cambios necesarios en mi vida.
Si me muero el día de mañana, me iré con la sensación de haber vivido una vida plena y feliz… ¡¡¡Gracias!!!
Maria José Bühlmann

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