“¿Cómo puedo ser más tolerante conmigo misma?.
Se pregunta Sally, una joven de 22 años, que a pesar de ser una brillante estudiante universitaria y camarera a tiempo parcial para mantenerse por sus propios medios, mientras sobrelleva una infancia descuidada, con depresión, un trastorno alimentario, una relación abusiva, un accidente automovilístico traumático y una agresión sexual.
Hoy, aún haciendo su mejor esfuerzo, se pregunta porque todavía se considera a sí misma como una perdedora.
“Algunos días estoy furiosa conmigo misma por no esforzarme más y ser mejor. Me reprendo por no haber vuelto a la escuela antes o por no haber conseguido un mejor trabajo o por no haber escrito más. Ojalá pudiera darme a mí misma el amor que les doy a los demás. Y ojalá creyera que puedo tener éxito porque realmente no estoy segura. Orgullosa de todos menos de mí misma”
Esta historia no nos es ajena. Nuestra protagonista sobrevivió y está prosperando gracias a su coraje y resiliencia. Todo el mundo a su alrededor puede verlo. Pero eso no ayuda si tú misma no puedes valorar quién eres y lo que has hecho.
No se llega mágicamente a la tierra del amor propio y la confianza, es un proceso que empieza por la decisión de asumir la propia valía y en contra del viejo mandato que declara,
«Debo ser grandiosa para ser digna de amor» .
Hay un modo bueno de amarse. El amor propio es una profunda auto aceptación, no sólo implica el autoaprecio, sino desear el bien para una misma y complacerse en su posesión.
Millán-Puelles define el amor propio como «el radical aprecio positivo de sí mismo y el natural querer para sí mismo el bien». Es, pues, un amor no adquirido y no deliberado, sino dado y espontáneo, que existe por derecho propio, ni se toma ni te lo han de otorgar los demás. Existe, como derecho propio e inherente a la propia vida.
Este concepto implica cuidarse física, emocional, espiritual y mentalmente, respetando tus propios límites y necesidades. Su significado va más allá del simple gusto por una misma; es un compromiso activo con tu bienestar, donde te tratas con la misma amabilidad y respeto que ofreces a los demás.
Cultivar el amor propio no es narcisismo ni egoísmo, sino una base sólida para construir relaciones saludables y una vida plena.
Cómo tenerse amor propio
Amarse a una misma implica mantener una actitud positiva sobre quién eres-soy. Esto no significa que siempre se tenga esa actitud, ya que eso sería poco realista. Por ejemplo, puede haber momentos en los que nos sintamos molesta, decepcionada o enojada con una misma, y aun así, podemos amarnos del mismo modo que podemos amar a nuestros hij@s, parejas o amistades a pesar de estar enojadas con ellos ocasionalmente.
Aquí hay algunos pasos para lograrlo:
- Autocompasión: Trátate a ti misma con amabilidad, comprensión y empatía, especialmente durante los momentos difíciles. Reconoce que eres humana y mereces amor y perdón, sin caer en la autocomplacencia.
- Reconoce tu valor: Empieza por reconocer y celebrar tus logros y cualidades positivas sin importar cuán grande so pequeños sean. Reflexiona sobre tu crecimiento o comparte tus éxitos con personas de confianza.
- Establece límites saludables: Aprende a decir «no» cuando sea necesario y protege tu tiempo y energía de influencias negativas. Prioriza su bienestar diciendo «no» a las cosas que le quitan energía o comprometen sus valores.
- Cuida de ti misma: Prioriza tu salud física, mental y emocional. Esto incluye desde mantener una dieta equilibrada y hacer ejercicio, hasta buscar apoyo emocional cuando lo necesites y cultiva especialmente un diálogo interno positivo y desafiar el diálogo interno negativo. Reemplaza los pensamientos autocríticos con afirmaciones y recordatorios de sus fortalezas, capacidades y valor.
- Acepta tus imperfecciones: Nadie es perfecto. Aceptar tus defectos como parte de tu humanidad es clave para el amor propio. Reconocer que eres un ser único y que tu valor no está determinado por estándares externos o comparaciones con los demás.
- Práctica la gratitud: Agradece por lo que tienes y por lo que eres. Esta práctica diaria puede ayudarte a enfocarte en lo positivo y aumentar tu autoestima.
Cómo construir el amor propio en una mujer
«Durante siglos, la sociedad ha dicho a las mujeres que su valor depende de sus relaciones, que tienen una inclinación natural a cuidar de los demás, que son excelentes subordinadas pero no del todo adecuadas para el liderazgo. Nos han arrebatado nuestra autonomía y hemos tenido que luchar por al menos una parte de ella. Se nos ha dicho que busquemos nuestro valor fuera de nuestras mentes y cuerpos. Ahora, en la mayoría de los países occidentales, las mujeres tienen la presión de los roles tradicionales, así como de los profesionales»
“Las mujeres que se aman a sí mismas son una amenaza”
la escritora Naomi Wolf afirma , para cuestionar un sistema que pretende que las mujeres gasten sus recursos, ya de por sí limitados, «en prácticas de belleza que no funcionan o que se basan en el miedo en lugar del amor propio. En lugar de teñirte el pelo cuando no quieres, probablemente harás una excursión de un día o una sesión de masajes. No comprarás la crema de 100 € porque la consultora de la tienda te haya señalado tus arrugas. Te saltarás ese entrenamiento porque estás cansada y no te sentirás culpable por ello. Escucharás a tu cuerpo y a tus deseos y esta es una de las cosas más feministas que podrías hacer».
Esta más que demostrado que existen vínculos entre nuestra autoestima, amor propio y nuestro bienestar, porque saberte suficiente, conocer tus límites y deseos, puedes crear relaciones basadas en el amor, no en el miedo que aportan grandes beneficios:
- te aleja de relaciones tóxicas y eliges personas en las que mostrar tu vulnerabilidad no te debilita.
- no compites con otras mujeres desde la inseguridad personal, en su lugar creas una red de aceptación y conexiones profundas que conduce a una mejor comprensión de otras mujeres y también de nosotras mismas, creando más oportunidades para todas las mujeres involucradas.
- somos menos propensas a la autocrítica dura y no sucumbimos a la tendencia de complacer a los demás y al perfeccionismo.
- ponemos limites y no toleramos el mal trato de los demás, haciendo caso de nuestras propias necesidades y sentimientos para tomar decisiones que apoyen nuestros mejores intereses.