En los años 60, Robert Rosenthal y Lenore Jacobson, ambos psicólogos, en un famoso experimento, hicieron una prueba de aptitud al alumnado de una escuela primaria de California y luego dijeron al profesorado que un grupo de estudiantes estaba listo para «florecer» el próximo año, mientras que otro no. De hecho, los dos grupos fueron seleccionados al azar, aunque el profesorado no lo sabía.
Un año después, volvió a evaluar al alumnado y descubrió que el grupo designado como «floreciente» había ganado un promedio de 27 puntos de coeficiente intelectual, independientemente de su puntuación inicial, mientras que el otro grupo tuvo un desempeño mucho peor.
El Dr. Rosenthal concluyó que el desempeño del alumnado se había visto afectado por las diferentes formas en que el profesorado había tratado a los dos grupos, alentando al primero con ayuda adicional, refuerzo positivo y un lenguaje corporal más cálido. Lo llamó efecto Pigmalión por la leyenda griega en la que un escultor se enamora de una de sus obras y le da vida.
«La conclusión es que si esperamos ciertos comportamientos de las personas, las tratamos de manera diferente”.
El efecto Pigmalión es un fenómeno psicológico que describe cómo las expectativas pueden modificar el comportamiento, establece que la forma en que tratas a alguien tiene un impacto directo en cómo actúa – y se percibe- esa persona, funcionando como un mecanismo circular.
Si una persona piensa que algo sucederá, puede que consciente o inconscientemente lo haga realidad mediante sus acciones o inacción.
«Los mismos factores operan con los jefes y sus empleados, los terapeutas y sus clientes, o los padres y los niños», dijo el Dr. Rosenthal al New York Times en 1986 . “Cuanto más calidez y más positivas sean las expectativas que se comuniquen, mejor le irá a la persona que reciba esos mensajes”.
Cómo funciona el efecto Pigmalión
“Nos vemos a nosotras mismas a través de los ojos de los demás»
Puede entenderse el funcionamiento del efecto Pigmalión, similar al de una profecía autocumplida que progresa a través de 4 etapas en un patrón cíclico:
1- Las creencias de los demás sobre nosotras moldean su conducta hacia nosotras. Por ejemplo, la percepción y el comportamiento de una persona en una posición de autoridad hacia alguien que trabaja para ella
2- Su conducta hacia nosotras influye en nuestras creencias sobre nosotras mismas. El comportamiento de la persona líder influye en cómo las personas se ven a sí mismas
3- Estas creencias, a su vez, impactan nuestras acciones hacia los demás. Indica cómo esta autopercepción conduce a cambios en el propio comportamiento y desempeño.
4- Nuestras acciones hacia los demás influyen en sus creencias sobre nosotras, devolviéndonos así a la etapa inicial. Lo que finalmente refuerza la confianza y la creencia de la persona líder en la persona empleada.
Un principio central del efecto Pigmalión es que las expectativas que los demás tienen pueden eventualmente influir en nuestro desempeño, no solo impactan en cómo actuamos, sino también en cómo actúan los demás.
Estas expectativas (positivas o negativas ) se transmiten de cuatro maneras:
Clima. Se refiere a la atmósfera creada por la persona que sostiene la expectativa. Esto a menudo se comunica de forma no verbal, tal vez sonriendo, asintiendo o haciendo contacto visual. Estas señales pueden crear un clima amigable y positivo (o no).
Comentarios. Se refiere al tipo de respuesta que damos. Las personas con altas expectativas probablemente recibirán más elogios y comentarios más detallados.
Aporte. Se refiere al esfuerzo o energía que invertimos, sea más tiempo y esfuerzo con personas con altas expectativas (por ejemplo, proporcionándoles material más desafiante).
Resultado. Se refiere a la tendencia a recurrir más a menudo a los perfiles “buenos” o a animarlos a ser más receptivos.
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Tengamos también en cuenta que las expectativas bajas, podrían conducir en última instancia a un desempeño deficiente, mientras que las expectativas optimistas probablemente mejorarían el desempeño.
El espejo del Efecto Pigmalión se llama Efecto Golem. Cuando alguien es tratado como incapaz o incompetente, también tiende a percibirse a sí misma negativamente. Como resultado, sus actuaciones van en declive.
Y cuando las expectativas las ejercemos sobre nosotras mismas, se manifiesta el efecto Galatea, impulsándonos a actuar de manera que confirmemos nuestras creencias, llevándonos a lograr metas y superar obstáculos basados en nuestra propia autopercepción.
Estos efectos entran en la categoría de profecías autocumplidas. Ya sea que la expectativa provenga de una misma o los demás, sea positiva o negativa, el efecto tiende a manifestarse de la misma manera.
Cómo crear profecías autocumplidas positivas
Comprender que tenemos cierto poder sobre nuestras propias percepciones y cómo eso podría influir en los resultados, nos ofrece un margen importante de mejora y optimismo, especialmente en un momento difícil e incierto.
Podemos tomar medidas para superar las profecías negativas autocumplidas y poner en práctica otras positivas. Esto es sumamente importante para nuestra salud mental: la naturaleza cíclica de las profecías negativas autocumplidas puede influir en el desarrollo y la profundización de la depresión:
“Todos nosotros tenemos que liberarnos de esa forma de pensar de ‘pobre de mí’. No es útil ni realista. El pensamiento negativo es contagioso porque conduce a conversaciones negativas y a la profecía autocumplida. Si te convences de que tu vida es horrible, entonces empiezas a hacerla horrible”. Dr. Allan Schwartz
Hay varias maneras en las que podemos utilizar las profecías positivas a nuestro favor:
– Ser consciente de la profecía autocumplida: intentar construir expectativas positivas (relacionadas con el trabajo, la familia y la vida en general).
– Construir diálogos internos optimistas ( saludable-respetuoso).
– Evitar el uso de palabras absolutas (nunca, siempre, no puedo, etc.) y reemplazarlas con frases neutrales o positivas (haré lo mejor que pueda, todavía..)
– Rodearse de quienes nos apoyan y creen en nuestras capacidades, evitar círculos tóxicos.
– Tener paciencia con una misma, son procesos que requieren su tiempo, pero son altamente efectivos si perseveramos.
Para recordar: las creencias alteran las percepciones, alteran los comportamientos, alteran los resultados. Cuidemos la cadena de causa (profecía) -efecto (resultados) y su coherencia interna hasta el final.
Efecto Pigmalión y estereotipos de género
Existen numerosos estudios y evidencias que respaldan los efectos del efecto Pigmalión y la profecía autocumplida en la perpetuación de estereotipos de género hacia las mujeres.
La psicóloga Carol Dweck ha investigado ampliamente el concepto de mentalidad fija versus mentalidad de crecimiento. Según sus investigaciones, las expectativas y creencias sobre la capacidad de una persona para aprender y crecer pueden influir en su desempeño académico y laboral. Las mujeres que internalizan estereotipos de género negativos pueden adoptar una mentalidad fija que limita su desarrollo personal y profesional.
En el ámbito laboral: La creencia de que las mujeres no son tan competentes como los hombres en roles de liderazgo, es probable que influya en brindarles menos oportunidades de ascenso o se les asignen tareas menos desafiantes. Esto puede llevar a que las mujeres internalicen esta percepción y disminuyan su autoconfianza, perpetuando así el estereotipo de que las mujeres no son aptas para puestos de alta responsabilidad.
En la educación: Si se espera que las niñas sean menos hábiles en matemáticas y ciencias que los niños, es posible que el profesoradoles brinden menos atención y recursos para desarrollar estas habilidades. Como resultado, las niñas podrían tener un rendimiento académico inferior en estas áreas, reforzando la idea de que las mujeres no son tan capaces en disciplinas STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas).
En la crianza: Si se cree que las niñas son más frágiles emocionalmente que los niños, es probable que se les sobreproteja y se les limite en sus actividades al aire libre o deportivas. Esto puede llevar a que internalicen la idea de su fragilidad emocional y limitaciones físicas, perpetuando así el estereotipo de la mujer como ser vulnerable y dependiente.
En los medios de comunicación: Si los medios presentan constantemente a las mujeres en roles pasivos, sumisos o sexualizados, se refuerza la idea de que las mujeres deben cumplir con ciertos estándares de belleza y comportamiento para ser valoradas socialmente. Esto puede llevar a que las mujeres internalicen estos estereotipos y limiten su expresión personal y profesional para ajustarse a ellos, además de la autoexigencia por ajustarse a unos cánones de belleza estandarizados.
En las relaciones interpersonales: Si se espera que las mujeres sean más empáticas y comprensivas que los hombres, es posible que se les exija más en términos emocionales en sus relaciones personales. Esto puede llevar a que las mujeres sientan una presión adicional para satisfacer estas expectativas, perpetuando así el estereotipo de la mujer como cuidadora y emocionalmente disponible en todo momento.
No sólo podemos maximizar el efecto Pigmalión en nuestra vida, sino que también podemos mejorar nuestro bienestar psicológico y el de las personas que nos rodean.
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