«No sé cómo estoy metida en esto. Carmen se presentó a su primera entrevista con ánimo era depresivo, se mostraba insegura, con sensación de impotencia e inutilidad, falta de energía y muchas dudas sobre sí misma. Afirma que no sabe cómo ha llegado a este punto. Esta de baja, se sentía derrotada. Ha estado en tratamiento farmacológico y en terapia, donde se dio cuenta de que era una persona muy exigente y que se planteaba metas demasiado altas.
Confiesa que en los últimos meses está muy irritable e intolerante. Explota «sin motivo», dice, por cualquier tontería, lo que considera que la hace insoportable ante su pareja e hijos. A modo de ejemplo, cita una anécdota: tenía que cocinar para unos amigos y, mientras ella terminaba, su pareja le dijo que él y sus invitados empezarían a comer lo que había en la mesa. Carmen reaccionó a gritos: «¡Qué se creen, que soy una sirvienta! ¡O me esperan o tiro la comida!» Su pareja le pregunta si está loca o es que ha de venirle la regla, a lo que ella contesta con más gritos. Él la hace callar, le hace quedar mal ante sus amigos, y ella, sintiéndose culpable, rompe a llorar. Su pareja la abraza, ella se calma, pero él queda resentido, aislado y mudo durante dos días. «Soy una exagerada, todo por una tontería, y a él le hice daño».
«Los micromachismos , la violencia invisible, son microabusos y microviolencias que procuran que el varón mantenga su propia posición de género creando una red que sutilmente atrapa a la mujer, atentando contra su autonomía personal si ella no las descubre (a veces pueden pasar años sin que lo haga), y sabe contra maniobrar eficazmente. Están en la base y son el caldo de cultivo de las demás formas de la violencia de género (maltrato psicológico, emocional, físico, sexual y económico) y son las «armas» masculinas más utilizadas con las que se intenta imponer sin consensuar el propio punto de vista o razón, algo contra lo que lucha el feminismo para cambiarlo.
Comienzan a utilizarse desde el principio de la relación y van moldeando lentamente la libertad femenina posible en contra del empoderamiento femenino. Su objetivo es anular a la mujer como sujeto, forzándola a una mayor disponibilidad e imponiéndole una identidad «al servicio del varón», con modos que se alejan mucho de la violencia tradicional, pero que tienen a la larga sus mismos objetivos y efectos: perpetuar la distribución injusta para las mujeres de los derechos y oportunidades» Luis Bonino,psiquiatra fomentando , directa o indirectamente la misoginia,
Los micromachismos son comportamientos, actitudes o gestos cotidianos que perpetúan desigualdades de género de forma sutil y normalizada. Este concepto, acuñado por el psicoterapeuta Luis Bonino, describe prácticas que buscan mantener el control y poder masculino sobre las mujeres, muchas veces invisibilizadas o justificadas socialmente.
Los micromachismos pueden aparecer en cualquier ámbito, incluyendo el hogar, el trabajo y las relaciones sociales, y suelen estar relacionados con prejuicios o estereotipos de género profundamente arraigados.
Tipos de micromachismos en el trabajo
En el entorno laboral, los micromachismos suelen reflejarse en actitudes que refuerzan el machismo y el desequilibrio de poder. Algunos ejemplos incluyen:
- Desvalorización del trabajo femenino. Comentarios que minimizan o restan importancia al trabajo realizado por mujeres. Por ejemplo, reconocer los logros de un hombre pero no mencionar el trabajo de una mujer en el mismo proyecto o el robo del crédito del trabajo de una mujer, lo que provoca invisibilidad y desgaste emocional.
- Interrupciones. Interrumpir o ‘Manterrupting’ a las mujeres se da con más frecuencia (el doble) que a los hombres durante reuniones o conversaciones, lo que puede hacer que sus aportes se sientan menos valiosos.
- Tono paternalista. Tratar a las mujeres como si fueran menos competentes o necesitadas de ayuda, incluso cuando no lo requieren. Por ejemplo, usar un tono condescendiente al dirigirse a ellas: Mansplaining, «los hombres me explican cosas».
- Asumir roles estereotipados de género. Asumir que las mujeres son responsables de tareas administrativas o de cuidado, como tomar notas, organizar reuniones o servir el café , basándose en estereotipos de género.
- Comentarios sobre la apariencia. Hacer comentarios sobre la apariencia física de las mujeres en lugar de centrarse en sus habilidades y logros profesionales al contrario que a sus pares masculinos.
- Dudas sobre la maternidad. Cuestionar la capacidad de una mujer para desempeñar su trabajo si tiene descendencia o si está considerando tenerlos, sugiriendo que su compromiso laboral será menor, e incluso dudar de su valía si no quiere ser madre.
- Desigualdad en la asignación de tareas. Asignar a las mujeres tareas menos visibles o menos importantes, mientras que los hombres reciben proyectos más destacados o de mayor responsabilidad e incluso ejercer control encubierto al tomar decisiones sin consultar a las mujeres afectadas, fruto de la experiencia de discriminación de género
- Microagresiones. Comentarios o acciones que, aunque pueden parecer inofensivos, están cargados de connotaciones sexistas. Por ejemplo, decir «Eres muy buena para ser mujer» implica que ser competente es inusual en mujeres.
- Atribución de éxitos. Atribuir los logros de una mujer a factores externos, como la suerte o la ayuda de otros, en lugar de reconocer su talento y esfuerzo.
- Falta de promoción o visibilidad. No considerar a mujeres para ascensos o proyectos importantes, a menudo debido a prejuicios inconscientes o estereotipos de género.
Estos comportamientos no siempre son conscientes, pero generan un entorno hostil que limita la equidad de género.
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Consecuencias y efectos en la pareja
En las relaciones de pareja, los micromachismos pueden manifestarse como una dinámica de control o minimización. Las consecuencias incluyen:
- Para la mujer: agotamiento de reservas emocionales y de energía para sí, deterioro de la autoestima ,autoeficacia y credibilidad personal.Disminución del poder personal y parálisis del desarrollo. Malestar difuso, irritabilidad crónica y culpabilización, desgaste emocional y la necesidad de justificar sus acciones.
- Para el hombre: aumento y conservación de la posición de superioridad y dominio. Afirmación de la identidad masculina. Genera un aislamiento receloso creciente, ya que el dominio no asegura el afecto femenino sino la obediencia.
- Para la relación: El encarrilamiento de la relación en la dirección de los intereses del varón. Etiquetamiento de la mujer como la “culpable” del deterioro del vínculo. Guerra fría, transformación de la pareja en adversarios convinientes y empobrecimiento de la relación.
Ejemplos de micromachismos
Algunos ejemplos de comportamientos micromachistas son los siguientes:
- Tomar decisiones importantes sin consultar a la otra persona.
- Controlar sus finanzas o gastos.
- Monopolizar el uso de espacios o elementos compartidos, como el sofá o el mando de la televisión.
- Regular sus horarios, citas o actividades.
- Poner obstáculos a su interacción con familiares o amistades.
- Considerar que ella es como una persona que necesita ser cuidada y protegida, minimizando su autonomía.
- No reconocer ni valorar las tareas o actividades que ella lleva a cabo.
- Asumir que su rol principal en la vida es ser madre, sin tener en cuenta sus aspiraciones personales.
- Desalentarle o impedirle que estudie o trabaje.
- No compartir la responsabilidad de las tareas del hogar.
- Creer que el cuidado de los hijos es exclusivamente su responsabilidad.
- Ignorar el valor económico del trabajo doméstico.
- Hacer comentarios despectivos en público para descalificarla.
- Realizar cambios temporales, como regalos o promesas, por conveniencia personal.
- Pedir a las mujeres que «sonrían más» en ambientes laborales.
- Uso expansivo-abusivo del espacio físico y del tiempo para sí.
«No se trata de hacer que las mujeres sean fuertes. Las mujeres ya son fuertes. Se trata de hacer que el mundo reconozca su fuerza.» G.D. Anderson, autora y defensora de la igualdad de género.